lunes, 2 de julio de 2012

¿Por qué los hombres son infieles?. Parte 1

La mayoría de mujeres piensan que cuando su hombre se ha acostado con otra mujer es porque quizás ella ya no resulta tan atractiva para él y eso seguramente ha sido el motivo de su infidelidad. Más allá de indignarse, molestarse o sentirse engañada y decepcionada con su hombre, las principales preguntas que ellas se harán son “¿ya no soy lo suficientemente atractiva para él?”, “¿ya no me ama?” “¿en qué he fallado?”.

 Sin embargo existen cosas muy ciertas en la mayoría de las infidelidades de los hombres. Para ellos, sexo no necesariamente va relacionado a amor ni necesariamente lo enfocan como una traición a su pareja o una falta de deseo hacia ella. Para la mayoría de ellos, hacerlo es una necesidad.

 Para la mayoría de mujeres los hombres actúan como perros. Ven a una mujer relativamente atractiva y ya querrán acostarse con ella. Sea por un tema cultural (a los hombres desde chicos se les ha metido a la cabeza la idea de que mientras con más mujeres se acuesten más hombres serán), sea por un tema orgánico, la infidelidad de los hombres ha sido un tema históricamente permitido o cuando menos tolerado tanto por los hombres (padres, amigos) como por la iglesia misma e incluso por las propias mujeres. Frases como “mi hijo es un Don Juan”, “Ya eres todo un Casanova”, son algunas de las frases que han alimentado esas creencias de macho conquistador y exitoso, muy por encima del amor romántico.

 En mi país se le denomina popularmente “choque y fuga”, en España “aquí te pillo aquí te mato”. Para la mayoría de los hombres, tener sexo extramatrimonial o fuera de la pareja no es algo que necesariamente involucre sentimientos. Pueden tener sexo con otras mujeres y no sentirse culpables porque para ellos es únicamente sexo.

 Hace poco en un reportaje de televisión de mi país mostraron el caso de 3 hombres los cuales según la periodista habían tenido la “valentía” de salir en cámaras y reconocer que tenían unos cuernos más grandes que un reno. Sus parejas les habían sido infieles y ellos se sentían decepcionados y traicionados. Sin embargo, cuando la periodista les preguntó a los tres hombres si ellos en algún momento de su relación también habían sido infieles a sus parejas, los tres reconocieron que sí, pero inmediatamente diferenciaron. Para ellos no había punto de comparación entre su infidelidad y la de su pareja. Lo de ellos solamente había sido un calentón, un “choque y fuga”, sexo y punto, mientras que lo de ellas había involucrado sentimientos y por tanto era mucho más grave. Para ellos lo que hicieron estaba mal pero era algo venial mientras que la traición de ellas había sido un pecado mortal.
Para una mujer, la infidelidad es sinónimo de ruptura del amor, para la mayoría de hombres simplemente es darse un gusto físico y reivindicar su condición de cazador conquistador y nada más.

 Ahora no todos los hombres son infieles por los mismos motivos o las mismas circunstancias. Veamos algunos de esos motivos:

 Hay muchos hombres que sea por su religión, su timidez o simplemente su machismo, ansían practicar ciertos juegos, roles o poses sexuales con su mujer pero no lo hacen, sea porque sienten que quizá la mujer los pueda ver como un degenerado sexual o al contrario porque quizá a su mujer le guste tanto que finalmente todo se le salga del control de sus manos y por incentivar su propio placer genere que otro hombre goce del mismo con su propia mujer. Entonces, ante eso, es mejor para ellos recurrir a otras mujeres. Recordemos además que en muchos hombres hay la visión de la esposa “Santa”, mujer muy honorable y venerable pero con la cual no debe hacerse ciertas cosas porque la pondrías al mismo nivel que una puta. ¿Alguna vez has escuchado de un hombre la frase “mi mujer es una santa”?. Pues lo más probable es que lo sea tanto que no la humanice en la cama. El “mi esposa es una santa”, coloca a la mujer en un plano casi asexual (los santos no tienen o suelen reprimir sus deseos sexuales) y por tanto, con una santa, madre de mis hijos, no se practican ciertas cosas.

 Socialmente el hombre es visto y el mismo se reconoce e identifica como el conquistador y el cazador. Cuando a un hombre se le lanza un “piropo”, como: “qué guapo está”, y si esto se lo dice no su abuelita sino una mujer joven y atractiva, su ego de conquistador y cazador se le subirá por las nubes y sus antenas de galán conquistador se encenderán aún más. Si hay una estrategia casi infalible entre las vendedoras mujeres es echarle un piropo a un cliente. Este se sentirá tan halagado que muy probablemente compre así no necesite lo que compró. Tengo una amiga vendedora cuyo record de ventas era impresionante, pero curiosamente la mayoría de sus clientes eran hombres. Muchos hombres no se resisten ante los piropos de una mujer atractiva.

 Hay algunos hombres a los cuales les da “la comezón del séptimo año”. Son muy felices con sus parejas pero no están satisfechos con la monogamia. Ven que sus compañeros tienen sexo con varias mujeres y él se siente atrapado de hacer el amor con la misma persona. Y vaya que no es que estén insatisfechos necesariamente con su vida sexual de pareja, pero quisieran probar también nuevas experiencias porque su ser “conquistador” no se resigna a tener sexo con una sola. Se le pasan los años y siempre vuelve a lo mismo, entonces a la primera tentación siente que tiene la oportunidad única e irrepetible para hacerlo, que se le va el tren y que si no lo hace ahora, nunca sabrá o volverá a saber cómo es tener sexo con otra persona que no sea su mujer (ojo que no llamo “hacer el amor”). Lo hacen una vez y si todo ha salido bien lo vuelven a hacer una y otra vez hasta que lo pillen y entonces tipo Tiger Woods, regrese como perro arrepentido, totalmente avergonzado y psiquiatra en mano.

 Hay otros hombres que son muy fieles y felices con sus parejas pero caen ante la tentación de una mujer que los provoca y como a pesar de ser felices y ser fieles tienen guardado su corazoncito de conquistador, caen en la tentación. Esto se acentúa porque mientras que con la pareja real hay un nivel de convivencia y por lo mismo, un nivel de stress propio de la convivencia misma, con la otra no, ella suele alabarlo y comprenderlo y ellos se sienten los niños embobados a los cuales al fin han encontrado a una mujer (cuasi una madre) que lo comprenda, lo mime y les de sexo. Y un hombre embobado es capaz de perderlo todo, incluido la cabeza y el dinero por una mujer que los embobe. Es el síndrome denominado “cholito” Prado, jugador de la selección peruana de fútbol, quien aparentemente tenía una convivencia feliz con su esposa hasta que apareció una bailarina de cumbia cuya forma de ser y apariencia física, le hizo perder la cabeza al borde de dejar todo, incluido matrimonio, por ella. Aquí hay que tener mucho cuidado pues en una relación de convivencia, tanto hombres como mujeres sufren un cuadro de stress elevado. No es fácil convivir con una pareja y llevar una relación totalmente armoniosa y sin problemas. Es muy fácil caer en la rutina tanto de labores como en lo sexual en la cama. Aquí es cuando a un hombre se le puede aparecer la tentación de otra mujer que lo “comprenda” y los haga sentirse los “machos conquistadores y útiles” que ellos sienten, han dejado de ser (esperen nomás a que esta otra mujer conviva con ellos y caiga también en la rutina para que vean como se le termina su fantasía).

 Hay otros hombres, los hombres “reprimidos”. Hombres con muchos deseos sexuales y que se enfrentan a una mujer para la cual, temporal o definitivamente, el sexo no está dentro de sus prioridades. Puede ser algo momentáneo, como estar enferma o estar en los últimos meses del embarazo o puede ser algo perpetuo, falta de deseo sexual. Lo cierto es que ante la falta de sexo, los hombres son propensos a sacar los pies del plato. Es sabido que una gran cantidad de infidelidades se dan cuando las mujeres están en los últimos meses del embarazo y hay la imposibilidad de tener relaciones sexuales. En este caso, el hombre ve su infidelidad como algo físicamente necesario y justificado pero, si es que le gusta los resultados, muy probablemente lo seguirá haciendo luego de restablecida la unión sexual con su pareja. En el caso de ser una mujer a la cual la actividad sexual no es lo más importante, el hombre lo hará y no se sentirá culpable, al contrario, si la mujer le pilla, él le reprochará el haberlo dejado abandonado, no importa la causa por la cual ella se muestre fría o indiferente en la cama, el siempre se lo reprochará a ella.

 Existen mujeres para las cuales, sea por su formación religiosa, sea por su formación familiar, sea porque le dan más prioridad al cuidado de sus hijos o sea porque simplemente su pareja ya no les es para ellas objeto de deseo, el sexo no es lo más importante para ellas. Pueden estar semanas o meses sin tener relaciones sexuales y no sentirse urgidas ni necesitadas. Por lo general brindan sexo a su pareja por compromiso más no por necesidad, deseo o por compenetración. Frente a ello, existe una cantidad de hombres que, siendo felices con sus parejas, caen a la tentación de acostarse con otras mujeres.

 Existe otro tipo de hombres que por su trabajo suelen viajar mucho y están muy poco tiempo con sus parejas y por ende, se sienten con la necesidad de “desfogar”. Son personas que pueden amar a sus parejas pero no soportan estar tanto tiempo sin sexo, por tanto buscan a alguna prostituta o buscan tener un encuentro sexual ocasional con alguna mujer del lugar en donde se ubiquen… total, ojos que no ven, corazón que no siente. Existen los que van a buscar a alguna prostituta o amante para encontrar consejo o consuelo frente a una esposa con la cual no se sienten comprendidos ni escuchados. Es el síndrome de Red Butler con Belle Watling, la prostituta de Atlanta en “Lo que el viento se llevó”.

 Finalmente, hay otros hombres que son los incorregibles. Nacieron polígamos y lo seguirán siendo por siempre salvo que por obra y gracia de un milagro, mismo Saulo de Tarso cuando Dios se le apareció según refieren las sagradas escrituras, lo dejen de ser. Son los hombres que podrán estar casados porque así debe de ser y podrán “querer” y “amar” desde su óptica machista a su pareja, pero de ninguna manera van a dejar de ser polígamos, tener alguna amante o visitar alguna casa de cita o a alguna dama de compañía como quien se va al trabajo, porque para ellos hacerlo es parte de su fisiología de hombre y no ven nada de malo en ello, al contrario, están orgullosos. Su mujer es “la catedral” pero siempre es bueno tener “parroquias”, total, que levante la mano quien no ha sido infiel, dirán.. (continuará)

lunes, 14 de noviembre de 2011

Suelen los hombres perdonar una infidelidad?

¿Suelen perdonar los hombres una infidelidad femenina?
Si para una mujer perdonar una infidelidad es un tema algo complicado, para un hombre lo es mucho más.
A diferencia de las mujeres que suelen reprochar la infidelidad tanto a su pareja como a la “puta” que se acostó con él, en el caso de los hombres estos no suelen reprocharle tanto a la otra persona sino fundamentalmente a su pareja. Para ellos, ella se ha comportando como una “puta” y no hay nada más que decir.
El tema de ellos viene por una ofensa sobre su ego. Por lo general ellos no suelen reprocharse nada de su conducta y si culpar a ella del porqué de su infidelidad.
Que tu mujer te sea infiel no es solo un tema de cuernos, es una pérdida de poder en el hombre y una traición. Ellos echarán a ellas porque las considerarán indignas de ellos mismos. Como en el comentario de la pregunta anterior, no importa que ellos también hayan sido infieles, lo de ellos es diferente, es sexo, lo de ellas no.
Su esposa santa se convierte en una Salomé o una Magdalena, la madre de sus hijos es indigna de ellos.
En lo superficial, el tema de la infidelidad femenina es para ellos un tema de pérdida de poder y de dominio, pero adentrándose más, lo que a los hombres les duele más no es la pérdida de poder o su capacidad de machos sino su incapacidad por no haber podido satisfacer a su pareja. El hombre sabe que por lo general las mujeres no sacan los pies del plato simplemente por un apetito sexual sino fundamentalmente por una carencia sentimental. Pero el hombre nunca reconocerá sus errores o limitaciones y frente a ello es mucho más fácil echar la culpa a ella por lo sexual antes que reconocerse colaboradores de dicha infidelidad.
¿Por qué las mujeres suelen ser infieles? Existen muchos motivos. El más común de ellos es porque ella está cansada de la rutina y el machismo de su pareja. Existen mujeres que se sienten solas, aburridas y poco escuchadas o atendidas por sus parejas y que al ser seducidas por otro hombre se sienten revivir y se reconocen nuevamente como vivas. La infidelidad para ellas no va únicamente por lo físico, es fundamentalmente por sentirse nuevamente atendidas, enamoradas, deseadas, y escuchadas. Es el síndrome de Madame Bovary. En este caso incluso, (sucede en muchos casos) las mujeres se suelen sentir cansadas de los defectos o las limitaciones sexuales, laborales, sociales o económicas con la pareja y suelen ver en el amante a la persona que las va a sacar de esa condición miserable. Existen mujeres que están hartas de la monotonía sexual de su pareja y frente a un hombre que las seduce les entra la curiosidad por conocer y gozar de una verdadera sexualidad. Existe también la que ama a su esposo y lleva una vida feliz con él, sin embargo, en toda su vida únicamente ha tenido una única pareja sexual: él. Entonces le pica la curiosidad por saber cómo se siente tener sexo con otros hombres y se arriesgan. Existen mujeres (las menos) que suelen ser infieles a su pareja por despecho, para pagarle con la misma moneda la infidelidad que él haya tenido. Existen otras que pueden ser muy felices con sus actuales parejas pero tienen un momento de debilidad, sea por ejemplo, porque permanece demasiado tiempo sola, porque se pasó de copas y de jugar (el peligro de las despedidas de soltera) o porque se le presentó un anterior ex justo cuando ella pasaba por un momento de debilidad. Existen otras que entradas a la década de los 40 y/o 50 años, sienten que van perdiendo su atractivo como mujer y suelen ver en otro hombre, por lo general mucho menor que ellas, a la persona que las va a hacer rejuvenecer nuevamente y sentirse apasionadas y deseadas. Es el síndrome de la señora Robinson y sino pregúntenle a la mujer (o ex mujer) del primer ministro de Irlanda.
Por lo general existen dos tipos de hombres que suelen perdonar una infidelidad. Aquellos que han perdido totalmente su autoestima y por tanto por estar con su pareja son capaces de perdonarlo todo y aquellos que han dejado de lado su orgullo machista y logran aceptarse como parte del problema o al menos logran escuchar. Son hombres que bajan del pedestal a su mujer para verlas como humanas y reconocerse ellos mismos como imperfectos. Saben que han cometido errores y que han desatendido a su pareja. Son aquellos que aman a su pareja de tal manera que podrán dejarla por tener la herida muy abierta pero que siempre volverán y la perdonarán, porque su amor por ella es mucho más grande. A pesar de todo lo dicho, la gran mayoría de hombres no suele perdonar una infidelidad. Es demasiada herida para su ego y su orgullo.

Cruzar el Rubicón

Si hay algo que yo siempre les digo a mis amigos y/o amigas es que para encontrar a ese hombre o mujer de tu vida, siempre debes de ir con la puerta del corazón abierta, sin miedos ni temores. Miles de veces pasa que ese temor a ser heridos o equivocarnos nos hace cerrar puertas y ventanas, nos hace ponernos nuestro antifaz de indestructibles y no nos permite gozar al máximo de lo bello que puede llegar a ser entregarse a una persona y darse el todo a el.

¿Temor a ser herido? ¿Y quién dice que el amor es solo felicidad?. Amar es entregarse, libre y voluntariamente desde nuestra condición de humanos y por tanto vulnerables a otra persona, reconociendola como una legítima otra persona y por tanto con similares aunque no siempre iguales, temores, problemas y carencias.

"Pero si en vuestro temor sólo buscais la paz del amor y el placer del amor, entonces mas vale que cubras tu desnudez y salgas de la era del amor, para que entres en un mundo sin estaciones, donde reireis pero no con toda vuestra risa, y llorarás pero no con todo vuestro llanto. El amor solo da de si y nada recibe sino de sí mismo. El amor no posee y no quiere ser poseido porque el amor le basta con el amor". Estas palabras corresponden al poeta Khalil Gibran en su libro "El profeta" y cuanta razón tiene.

Cuando amamos de verdad nos quitamos esa careta de indestructibles que la sociedad de consumo, de la imagen y de las apariencias nos hacen muchas veces tener, para sentirnos por primera vez nosotros mismos, seres vulnerables y que por tanto necesitados de un complemento, complemento en el cual no perdamos nuestra individualidad pero nos saque de nuestro individualismo y nuestras caretas y nos haga encontrarnos con nosotros mismos.

"Tienes razón, yo no puedo hacer que todo lo malo que te ha pasado en la vida se vaya, no puedo, pero si quiero y puedo, que sí en alguna ocasión eso malo vuelve a llegar a tu vida, yo quiero estar contigo". Reconozco que siendo un cinéfilo como soy, esta es una de mis escenas favoritas, corresponde a Al pacino y la película Frankie & Jhonny. Significa pasión, significa entrega, significa compromiso. Nadie nos garantiza que al encontrar a una pareja todo va a ser felicidad porque sería un engaño. Hasta las parejas más longevas han tenido sus buenos y malos momentos. Pero los han sabido afrontar y resolver juntos, desde el conocimiento, desde la pasión, desde la convicción de querer seguir juntos, desde la comunicación, el respeto y el acuerdo.

A veces hay personas que por su egosimo o por sus miedos y temores suelen herirnos profundamente y hacernos perder un poco esa fé en el amor. ¿Pero al final quién falló?, tú por haberte entregado al 100% y por tanto, haberte encontrado contigo mismo y disfrutado plenamente de ese encuentro, o el por nunca haberse encontrado y seguir engañado dentro de una misma careta, buscando placeres y satisfacciones y soledades momentáneas y efímeras que pueden traerle un placer pero no el verdadero placer de sentirse uno mismo.

Para cruzar el Rubicón hace falta mojarse, para llegar a encontrar el hombre o mujer de tu vida a veces es necesario pasar por experiencias que si bien no las deseamos es parte de entregarse al amor y nos hacen más conocedores de nosotros mismos y por tanto, conocedores también de quién y qué es lo que queremos como pareja. Nadie aprende a caminar sino se ha caido, nadie llega a la meta y disfruta de haber llegado sino conoce y reconoce lo que ha aprendido y entregado para llegar a ella.

¿Y qué pasa con los hombres? ¿Porqué ese temor a entregarse?. quizás las propias mujeres y madres tengan un poco de responsabilidad en eso (ver tema en el blog "¡Dios mío, mi madre es una machista¡"), quizás la cultura misma nos ha hecho creer a los hombres un cuento que nosotros los hombres no somos: que somos los cazadores, los que debemos pasar por mil y una experiencias con mujeres y experimentar de todo, que debemos ser los triunfadores y los cabeza de familia, los indestructibles y los fuertes y eso en lugar de ayudarnos nos ha hecho acrecentar más nuestras inseguridades y temores. Porque ahora compartirías tu vida con una sola mujer, una mujer que ahora más que nunca ha logrado igual independencia que nosotros los hombres y entoces ingresa la inseguridad, el temor a la competencia, a ser menos que ella, profesionalmente y maritalmente. Porque a veces creemos que al tomar la decisión de casarte o entablar un compromiso serio con otra persona significa la pérdida del goce físico. eso que la sociedad muchas veces aplaude en los hombres y que por tanto lo despide cuasi con resignación (la famosa "despedida de soltero"). ¡Cuanta falsedad¡

Creo que los hombres debemos de aprender que hay que dejar de lado esa cultura de "El hombre de la casa" y ser simplemente un hombre, entregado a su pareja desde la condición de diferentes pero a la vez de igual valor. Que no existe ese "señora de.." porque no es tu pertenencia, sino tu pareja. Que no hay porque tener miedo a sentirse vulnerables porque al igual que ellas lo somos, y no por eso, sino justamente por eso, somos verdaderamente hombres y alguna vez ella tendrá la fortaleza desde su lugar como mujer para ayudarnos a superar nuestras inseguridades y temores y otra vez lo seamos nosotros desde nuestro lugar de hombres. Que no es necesario salir a la calle a buscar a otra mujer para fisicamente sentir más placer sino que no hay nada tan maravillos que experimentar en complicidad con tu pareja todas aquellas cosas que te dejan fisicamente satisfecho y emocionalmente feliz, desde el respeto, desde el conocimiento, desde la entrega y pasión.

Y para ello, es básico el conocimiento. La pasión del momento a veces nos hace a veces ciegos. El conocimiento del otro que nos da el tiempo para saber si efectivamente es la persona con la que queremos compartir, como amigos, como esposos, como compañeros, como amantes. Si es esa persona con la cual queremos entregarnos y sin perder nuestra individualidad, volvernos una sola.

Para amar intensamente y realmente hay que cruzar el Rubicón sin miedo ni temores. yo lo crucé hace poco menos de dos años y no me arrepiento y soy feliz. Algunos dirán, bueno tio, tienes dos años recién, aún estás en una luna de miel ¿y quién dice que la luna de miel es algo de dos años, no es mejor mantener la luna de miel hasta el resto de nuestras vidas?. Quien sabe que en el amor y la entrega no todo es felicidad sino que hay problemas, encuentros y desencuentros y que a pesar de ello hay la pasión y convicción para seguir adelante no tiene miedo al tiempo. Pero eso sí, hay que cuidar siempre del amor, porque depende solo de nosotros que nuestra luna de miel sea para siempre.

¿Te atreves a cruzar el Rubicón?